La música facilita multitud de encuentros.  

Encuentros que suenan, cuando la palabra tiene dificultades para encontrar un lugar en la persona que sufre las consecuencias silenciosas pero profundas de un trauma. 

Encuentros que emocionan, al favorecer que la persona con demencia rescate y comparta un recuerdo en su biografía sonora. 

Encuentros que acompañan, cuando facilitan compartir espacio, tiempo e intención con una persona con Trastorno del Espectro del Autismo que tiene dificultad para comunicarse y necesita distancia con el/la otro/a.  

Encuentros que calma, cuando sintonizan y regulan la respiración agitada de una persona intubada que necesita ventilación mecánica en la unidad de cuidados intensivos. 

Encuentros que movilizan, cuando conecta con la motivación del cuerpo, la mente y el ser de una persona en rehabilitación neológica tras un accidente.  

Encuentros que respetan, dan valor o voz incluso en momentos tan vulnerables como al final de la vida. 

Estoy segura de que cada uno/a de vosotros/as ha experimentado, experimenta y experimentará muchas de las bondades que la música ofrece al ser humano, en nuestro proceso de crecer. 

 Así que imaginad todo lo que puede aportar si se usa de manera científica, sistemática, al servicio de la cada persona y sus necesidades, su salud. Porque la música, los procesos creativos, la relaciones que evolucionan a través de ella, ofrece mucho más que la posibilidad de entretenernos, crear arte o transmitir historias y emociones. 

Desde hace más de 15 años, soy musicoterapeuta y psicóloga del Instituto Música, Arte y Proceso de Vitoria-Gasteiz, dirigido por Patxi de Campo, pionero e impulsor de la musicoterapia en nuestro país. Y es que en nuestra cuidad, contamos desde hace más de 35 años con un gran “laboratorio” de formación y estudio de la musicoterapia como ciencia. Pero, sobre todo, con un espacio y un equipo terapéutico lleno de personas que se encuentran, suenan y se expresan, se emocionan y son acompañadas, sintonizan con la calma y la motivación, son escuchadas incluso en el silencio. Y aquí, y así es mi trabajo.  

Porque soy musicoterapeuta. 

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